Nombrar lo que cambia: una introducción tranquila a las “variables”

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Una variable es como una cajita con nombre. En esa caja puedes guardar algo que vas a necesitar más adelante: un número, una palabra, una idea. Pero lo interesante es que ese contenido puede cambiar. Por eso se llama variable.

Cuando programas, una variable te permite ponerle nombre a algo que quieres usar. Escribes algo como nombre = "Clara", y lo que estás haciendo es guardar la palabra "Clara" en una caja llamada nombre. A partir de ahí, puedes usar esa etiqueta para referirte a lo que contiene. No necesitas repetir el valor cada vez: simplemente lo llamas por su nombre.

Esto hace que tu código sea más claro, más reutilizable y más flexible. Pero hay algo importante que a veces no se explica de entrada: las variables no sólo tienen contenido, también tienen un tipo. Es decir, no es lo mismo guardar un número que una palabra. Cada tipo de dato sirve para cosas distintas, y entender eso desde el principio te da claridad.

Las variables también tienen tipo

Imagina que estás acomodando cosas en tu casa. Hay una caja para libros, otra para monedas, otra para fotos. Si mezclas todo, se vuelve un relajo. Pero si sabes qué va en cada caja, todo tiene sentido. Así funcionan las variables.

Si guardás un número entero, como una edad o cuántos pasos diste, usás un int.

edad = 28

Si ese número tiene decimales —como tu altura o la temperatura— usás un float.

altura = 1.75

Si lo que guardás es una palabra, una frase o un mensaje, entonces es un str (de string, cadena de texto).

nombre = "Clara"

Si la variable representa una afirmación —algo que puede ser verdadero o falso— usás un bool.

es_mayor = True

Si querés agrupar varios elementos (como una lista de colores o tareas), usás una lista.

colores = ["rojo", "verde", "azul"]

Y si necesitás guardar información más estructurada, como los datos de una persona, usás un diccionario, que agrupa claves y valores.

persona = {"nombre": "Clara", "edad": 28}

Por último, cuando algo no tiene valor aún, o está “vacío”, se representa con None.

estado = None

No necesitas memorizar todos los tipos desde ya. Basta con entender que cada variable guarda algo, y ese algo tiene forma, utilidad y propósito. Saber qué tipo estás usando te ayuda a escribir código que funcione bien y tenga sentido.

Las variables también cambian

Ahora bien, lo que vuelve viva a una variable no es solo lo que guarda, sino que puede cambiar. Por ejemplo, imaginá que tenés una variable llamada contador que empieza con el valor 7. Querés sumarle uno:

Al principio, contador vale 7. Después de esa segunda línea, su valor pasa a ser 8.
¿Lo que hicimos? Tomamos el valor actual (7), le sumamos 1, y lo volvimos a guardar en la misma variable.

Si lo pensás en voz alta, sería algo así como:

“El nuevo valor de contador es el valor que ya tenía más uno.”

Esta forma de actualizar una variable es muy común en programación. La usamos para contar clics, sumar puntos, o registrar cuántas veces pasa algo.
Y sí, puede parecer rara al principio, pero no tiene truco: simplemente muestra un cambio.

Y eso es lo que hace tan valiosas a las variables. No sólo guardan información: reflejan transformaciones. Representan el paso del tiempo, el efecto de una decisión, el avance de una acción.

Una historia simple: el café y la lógica

Para cerrar, pensemos en una situación muy cotidiana.
Llegás a casa, es temprano o tarde, poco importa, y querés prepararte un café. Antes de empezar, hacés algo muy natural: revisás si tenés todo lo necesario. ¿Hay agua caliente? ¿Todavía queda café? ¿Está limpia alguna taza?

Aunque no lo pienses así, eso es lógica condicional: evaluás una serie de cosas antes de decidir si avanzás o no. Eso mismo se puede traducir en código con variables que representan cada una de esas condiciones:

Cada línea está diciendo algo muy simple:

  1. ¿Hay agua caliente?
    • agua_caliente = True
  2. ¿Hay café?
    • hay_cafe = True
  3. ¿Tengo al menos una taza limpia?
    • tazas_disponibles = 2

Después, el if revisa todo eso. Solo si todas las condiciones se cumplen, el programa decide que puede preparar el café. Si algo falta, no lo hace.

En la vida real, muchas de nuestras decisiones siguen esta estructura. Evaluamos lo que hay, decidimos según eso, y actuamos. Las variables hacen eso posible en el código: representan el estado del mundo en ese momento.

Con solo tres variables bien nombradas, el programa puede tomar una decisión lógica y comprensible.
Y eso —ni más ni menos— es lo que hace una variable útil: guarda lo que importa, para ayudarte a decidir.

Eso es programar: estructurar la lógica de una acción.
Y eso es una variable: la forma más simple y poderosa de representar un pedacito del mundo.